Desembarco británico en San Carlos, Malvinas, en 1982 - Reuters
El miércoles 19 de mayo, Alberto Grimoldi, entonces director del Banco Central, fue llamado por Irene Philippi, una ex funcionaria suya y en esos momentos esposa de Álvaro de Soto, un estrecho colaborador de Javier Pérez de Cuéllar. Durante la comunicación le dijo que su esposo quería hablar con él, en nombre del secretario general de Naciones Unidas. Por la tarde, Grimoldi y Álvaro de Soto establecieron contacto telefónico y el funcionario peruano de Naciones Unidas le dijo que en ese instante le estaban enviado a la cancillería argentina una propuesta que había encontrado receptividad en la señora Margaret Thatcher y que era “sumamente satisfactoria” para la Argentina. Álvaro de Soto también se quejó por el estilo del negociador argentino, el embajador Enrique Ros, y pidió abrir, a través de él, “un camino alternativo”. “Pérez de Cuellar temía que el presidente Galtieri no fuera bien informado de la propuesta”, relató años más tarde Manuel Solanet, testigo de esta gestión. A partir de ese momento se realizaron ingentes conversaciones en la Casa Rosada y en el Palacio San Martín. En un momento, Grimoldi hablaba con Álvaro de Soto en la Cancillería y, en paralelo, Costa Méndez hacia lo propio con Pérez de Cuéllar. El canciller argentino se comprometió a responder a las 22 horas (de Nueva York). La respuesta nunca llegaría. Según Solanet, desde Nueva York, Eduardo Roca explicó que “el 17 de mayo recibimos la conocida propuesta británica”, casi “un ultimátum” y que “sólo podía alcanzar modificaciones cosméticas”.
Wenceslao Bunge y Jeanne Kirkpatrick durante una reunión académica
Lo que no sabía Solanet, ni contaba Roca, era que entre el 17 y 20 de mayo se realizaron otras negociaciones paralelas que incluyeron al empresario argentino Wenceslao Bunge y el brigadier Lami Dozo, analizando la propuesta británica en la residencia de la embajadora Kirkpatrick, con los embajadores Enrique Ros y Roca (ocasión en la que Kirkpatrick opinó reservadamente que la impacientaba la manera minuciosa y lenta de negociar del vicecanciller Ros). Fueron tan extenuantes esas horas que en plena negociación, en la residencia de la embajadora norteamericana en Naciones Unidas, Eduardo Roca se quedó dormido.
Al final de ese día se habían esfumado las esperanzas de una negociación diplomática. Es cuando Ros le dice a Costa Méndez telefónicamente: “Él (Javier Pérez de Cuellar) me adelantó que las negociaciones han llegado a un fin, que los británicos habían dicho que tenían un ‘deadline’ que era el día de hoy y que las propuestas argentinas no sólo no eran aceptables sino que tampoco eran enmendables, que a esta altura de las negociaciones ellos no creían que hubiera más posibilidades de seguir negociando, que nosotros lo único que queríamos era ganar tiempo y que, en consecuencia, por ahora tenías que suspender estas negociaciones. ‘Por ahora’ no sé qué quiere significar, pero así lo dijeron. Seguramente, se referían a después de la batalla militar.” Costa Méndez le pregunta: “Me dicen que habría un deseo de Cuellar de hablar con el presidente y conmigo eventualmente” y Ros contestó que sí “a más tardar a las cinco de la tarde, dentro de una hora y cuarto, ahora son las cuatro menos cuarto aquí…”. Javier Pérez de Cuéllar habló telefónicamente con Margaret Thatcher y Galtieri. En la intimidad, comentó que cuando habló con el presidente argentino percibió, por el tono de su voz, que no estaba “sobrio”; un hecho absolutamente falso. Basta escuchar la grabación –realizada a las 17.45 del miércoles 19-- para darse cuenta que el presidente argentino hablaba con propiedad. Una copia de la grabación está en mi poder.
JPC: “Mucho me complace y me honra saludarlo”.
LFG: “El placer es mío Sr. Pérez de Cuellar, escucharlo y agradecer la ocurrencia de llamarme.”
JPC: “Al contrario, es para mí una gran satisfacción no solamente como Secretario General sino como peruano”. Luego del prólogo el secretario de Naciones Unidas explicó: “Sé que los británicos consideran que la negociación está terminada para ellos pero no está terminada para mí, porque yo, como Secretario General de las Naciones Unidas no tengo en la mira el interés de alguna de las partes, sino el interés de la paz…”.
LFG: […] “La Argentina –usted lo sabe—ha ido progresivamente flexibilizando la posición hasta límites que son, diría yo para ciertos sectores importantes de la opinión pública argentina, y me atrevería a decirle de la opinión pública latinoamericana, extremos de flexibilización”.
El diálogo se extendió por varios minutos y, a las 18.30, Galtieri lo relató en la reunión del Comité Militar que se realizó en el edificio del Estado Mayor Conjunto, oportunidad en la que se trató el viaje del canciller en el caso de una reunión del Consejo de Seguridad. En esa misma reunión también se analizó una nueva propuesta peruana, entregada a las 12.20 (hora de Lima) al embajador argentino Luís Sánchez Moreno. La misma proponía que, no habiéndose alcanzado un acuerdo de partes, “cada Nación suscribe unilateralmente la última propuesta de acuerdo presentada al Secretario General de las Naciones Unidas” y el mismo “da cumplimiento a las cláusulas en que se encuentre puntos concordantes como:
1. Cese del fuego.
2. Retiro Mutuo de fuerzas.
3. Administración del gobierno de las islas. El doctor Pérez de Cuellar, o el grupo de contacto, aceptable por ambas partes que el proponga, se encargará de organizar y presidir las negociaciones en busca de una solución permanente y de supervisar la inmediata desocupación de la zona en conflicto por las fuerzas de ambas partes.”
Propuesta peruana de último momento
Luego de leerla y analizarla dentro del Comité Militar, Costa Méndez se retiró para hablar telefónicamente con Fernando Belaúnde Terry. Según la Junta Militar la propuesta era “aceptable” y así lo comunicó el 21 de mayo, cuando ya era tarde. Ese día las tropas británicas desembarcaban en San Carlos, aunque unas pocas horas antes el ministro Francis Pym había dicho que “el secretario General de la ONU contaba con el apoyo británico para encontrar un arreglo negociado, pero que antes que Gran Bretaña considerara su propuesta precisaba conocer la reacción argentina. Opciones y acciones militares continúan vigentes y no se verán afectadas por tratativas en el campo diplomático” (cable 1635 de la Misión Argentina ante la ONU). En contradicción con lo anterior, a las 16 horas del 20 de mayo de 1982, el Agregado Militar en Washington, general Miguel Mallea Gil, se comunicó con el coronel Mario Zambonini (Subsecretario de Asuntos Institucionales de la Presidencia de la Nación) y a través del teléfono en clave (conversación que fue grabada) lo puso al tanto de las últimas noticias que circulaban en la capital de los Estados Unidos. Informó que Margaret Thatcher acusó a Argentina de rechazar todas las propuestas de paz y que a raíz de ello Gran Bretaña había retirado sus propuestas. Que Gran Bretaña no tiene en este momento ninguna propuesta de paz sobre la mesa y que el almirante John Woodward ha recibido orden de realizar una serie de desembarcos y ataques relámpagos.
El 20 de mayo la flota británica bombardeó Puerto Argentino durante la madrugada y la noche y en Darwin se escucharon bengalas y armas pesadas hasta la medianoche. Ante los hechos militares, ese jueves 20, Javier Pérez de Cuéllar anunció en el Consejo de Seguridad el fracaso de su gestión mediadora y daba por terminada su gestión y el Reino Unido, a través de sus canales diplomáticos, notificó extraoficialmente al secretario general de Naciones Unidas que no había más razones para seguir negociando. En la misma jornada, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas mantuvo un encuentro informal porque Gran Bretaña se opuso a la realización de una reunión formal.
Los políticos argentinos, como advirtiendo los cambios que se avecinaban al termino del enfrentamiento armado, comenzaron a posicionarse con vistas al futuro. Raúl Alfonsín hizo pública su preferencia por Arturo Illia como presidente del radicalismo y, de esa manera, desplazar a Carlos Contín. También, algunos dirigentes políticos tomaban distancia del gobierno de Galtieri, mientras se hablaba de un gobierno de “notables” para enfrentar el conflicto. El presidente del peronismo, Deolindo Felipe Bittel, opinó: “El gobierno de las Fuerzas Armadas tiene que convertirse en un gobierno de transición y de ahí en más señalar una fecha cierta para las elecciones. Nada de transiciones de otra naturaleza”. A su vez presentó dudas sobre un “gobierno de coalición” del que tanto se hablaba en esas horas. Otro peronista, Antonio Cafiero, en un sorpresivo rapto de sinceridad y coraje, analizó que “los argentinos somos erráticos; un buen día decimos que somos los abanderados de la integración latinoamericana y otro día decimos que no somos América Latina y que somos Europa, y hay que terminar con estos vaivenes y tener una política coherente”. Y luego continuó: “Un día estamos en el mundo No Alineado y al otro día decimos que no nos interesa; un día somos aliados incondicionales de los Estados Unidos y al otro día queremos ir a la guerra con ellos”.
El 20 de mayo, mientras en Buenos Aires se discutían los documentos diplomáticos, los soldados británicos transportados en el buque “Canberra” recibían durante todo el día una ración especial de comida. Como aquellas que preceden a un momento especial. Mientras comían, un alto oficial les dijo que a diferencia de las luchas en Irlanda, donde lo importante era la atención a las bajas propias, en esta ocasión será diferente: “Si nos paramos a recoger nuestras bajas el avance se retrasará y podrán producirse más, así que tendrán que esperar… hay que ir al choque frontal”. A bordo del “HMS Fearless” reinaba el mismo clima. En un momento apareció el coronel Julián Thompson con un papel en la mano que contenía la orden de comenzar la “Operación Sutton” y en voz alta dijo: “Caballeros, allá vamos”.
Detrás del almirante Anaya había un numeroso grupo de oficiales de Inteligencia que se congregaban todos los días para hacer el seguimiento del conflicto. Como lo atestiguan las actas de cada una de esas reuniones y los “talking points” tratados, abarcaban problemas de todo tipo, desde militares hasta internacionales. Así elevaban un panorama diario al comandante en Jefe y al jefe del Estado Mayor, vicealmirante Alberto Gabriel Vigo. En algunas oportunidades participaban otros altos jefes navales. En el Acta de EM del 20 de mayo de 1982 se habla de Chile: “Mantiene su despliegue y actitud sobre la base de apreciaciones de que Argentina podría, tras el fracaso ante Gran Bretaña, atacar Chile para conseguir un triunfo que anule este fracaso”. El punto 3º corresponde a Gran Bretaña: “Al haberse agotado otra instancia de las negociaciones, debe esperarse que Gran Bretaña utilice el empleo de la Fuerza para dar empuje y apoyo a una nueva instancia de negociación diplomática.” El Acta de EM del 21 de mayo también observa primero a Chile: “En el día de hoy se festeja el ‘Día de la ARCH’ (Armada de Chile). Parte de su flota se encuentra en puerto”. El punto b) ofrece una revelación: “Se informa a la Escuadra (chilena) que la operación Falklands dará comienzo el 21 de mayo a las 8.30.” En cuanto a Gran Bretaña informa que “los medios de comunicación expresan variados planes de ataque, no obstante las limitaciones aparentemente impuestas por las Cámaras no se efectuará un ataque masivo, sino una suerte de Guerra de Guerrillas”. Nada más equivocado. En esta Acta también se van a asentar algunos detalles sobre un helicóptero británico caído en territorio chileno que transportaba un “grupo comando”.
Párrafos del Acta Naval del 21 de mayo de 1982
En la madrugada del viernes 21, entró al Palacio San Martín el cable “S” Nº 1.517, desde Washington, que resumía la última conversación que había mantenido Esteban Takacs con la embajadora Jeanne Kirkpatrick. El texto, “para conocimiento exclusivo e inmediato” de Costa Méndez, tenía cinco puntos, en los que la embajadora norteamericana pedía “un esfuerzo último (en las negociaciones diplomáticas) después de haber participado en una reunión especial en la Casa Blanca”. Solicitaba una respuesta argentina “afirmativa” a la propuesta del Secretario General de las Naciones Unidas. En el punto 3º, Roca relata que le preguntó a Kirpatrick si ella creía que la opinión pública argentina podía aceptar las condiciones británicas. “Si ustedes dicen que sí son de todos modos los ganadores netos en este conflicto. Los ingleses nunca volverán a las islas. Pérez de Cuellar está haciendo un gran trabajo y puede llevar esto a un final satisfactorio para ustedes en el marco de las Naciones Unidas”, respondió. El punto Nº 4° registraba el siguiente diálogo: Takacs preguntó si “tenía alguna duda sobre nuestra capacidad militar para responder un ataque británico de mayor escala”. Kirkpatrick respondió que “no descartaba que pudiéramos responder con éxito, pero que veía que aun así, y a pesar del costo de vidas, las condiciones mejorarían por cuanto la escalada de acciones bélicas británica posterior podría ser gravísima”. Takacs, en el mismo texto aclaró que la embajadora Kirkpatrick solicitó que su opinión le fuera transmitida al presidente Leopoldo Fortunato Galtieri.
Cable del embajador Takacs sobre un encuentro con Kirkpatrick
El mensaje de la embajadora llegaba tarde porque desde Londres se informaba que las tropas del Reino Unido comenzaron la Operación Sutton. En esa jornada, a las 21.30, tras el retorno del brigadier Lami Dozo de la zona de operaciones dio comienzo la reunión del Comité Militar en la sede del Estado Mayor Conjunto. Durante la cumbre Costa Méndez relató que había mantenido reuniones separadas con los embajadores de la URSS, Cuba y la India. “Todos los embajadores dieron apoyo a la posición argentina”, afirmó. Luego, la Junta Militar va a decir en su Memoria que “se terminó el análisis de la última propuesta peruana (20 de mayo)” y “el Comité Militar considerando todo lo informado estimó la propuesta del presidente Belaúnde Terry como ACEPTABLE y que debería así confirmárselo al Presidente del Perú.” De esta manera quedó asentado que el Reino Unido y la Argentina navegaban en tiempos diferentes: El brigadier Lami Dozo, en lo que parecía una contradicción con los pasos diplomáticos argentinos, dijo que “era conveniente empeñar la mayor cantidad de efectivos propias contra la cabeza de playa enemiga en San Carlos para impedir su consolidación” y con una comunicación desde las islas “el general Menéndez consideró el desembarco como un ataque secundario y de diversión por lo que no desafectó fuerzas de Puerto Argentino por ser éste el objetivo fundamental a defender.”
Mensaje del general Menéndez sobre el desembarco inglés en San Carlos
El 21 de mayo, como explicó un vocero del Ministerio de Defensa británico, comenzó “el primer desembarco en gran escala de las fuerzas británicas desde la crisis del Canal de Suez en 1956. Involucraba un total de 25.000 hombres… y más de un centenar de buques a una distancia de 12.800 kilómetros de sus bases en el Reino Unido”. Los diarios argentinos del sábado 22 de mayo recibían las noticias del desembarco en San Carlos, con los siguientes títulos: La Nación: “Fuertes pérdidas del enemigo en los combates librados ayer”; Clarín: “Tropas argentinas enfrentan a la fuerza invasora”; El Popular: “¡Victoria! Fracasó el nuevo intento de invasión inglés: 8 de sus fragatas quedaron fuera de combate, 2 presumiblemente hundidas y otras 2 con muy severos daños.”; La Razón: “Contúvose la invasión” y “Convicción: “Los ‘marines’ inmovilizados en San Carlos, esperan su ‘Dunkerque’”. En Londres se informó que 5.000 soldados británicos habían desembarcado. No encontraron resistencia y la cabeza de playa en San Carlos estaba consolidada, y reconocieron el hundimiento de la fragata “Ardent”.
A través de un cable de la agencia de noticias italiana ANSA (publicado en los matutinos del 23 de mayo), los argentinos se enteraron que una “fuente de la Marina” de la Argentina, en declaraciones al corresponsal de O Globo, sostenía que los invasores “están aislados y no podrán ir muy lejos […] solo les resta la opción de defenderse atrincherados en puntos montañosos”. Consultado por el mismo corresponsal, otro vocero militar argentino “garantizó que las fuerzas argentinas hicieron numerosos prisioneros y provocaron muchas bajas entre el enemigo” y “los comandos que consiguieron infiltrarse están bajo control”. En un alarde de imaginación –porque se sabe que la flota argentina estaba resguardada tras el hundimiento del Crucero Belgrano—el vocero militar “que no quiso entrar en detalles, pero dio a entender que los navíos argentinos atacaron ayer (22) las fragatas inglesas con cohetes y bombas.”
A las pocas horas de ocurrido el desembarco británico en San Carlos, el general de división Osvaldo García, comandante del V Cuerpo, mantuvo un diálogo radiotelegráfico con el general de brigada Mario Benjamín Menéndez. Fue el 23 de mayo de 1982, a las 18.35 horas.
García: Pidió conocer las medidas adoptadas frente a la situación existente.
Menéndez: Ampliando lo informado en parte de ayer a la noche se adelantaron patrullas que comprobaron la presencia de enemigo al Sur de San Carlos.
García: Creemos que la próxima acción enemiga será hacia Darwin y es necesario fortalecer esa posición.
Menéndez: Yo pienso en forma similar por eso trataré de actuar desde la retaguardia. Darwin me preocupa, llevé por eso 2 (cañones) Otto Melara, lo que nos costó 1 guardacostas.
García: Pregunta sobre la información que posee de los ataques aéreos de esta tarde.
Menéndez: Lo que tengo es muy pobre. Creo que no se encontraron barcos cuando llegó la Fuerza Aérea.
García: La información no es correcta; encontraron 7 buques en el brazo San Carlos y se ejecutó un ataque masivo.
Menéndez: Eso me alegra. Por otro lado tengo información de un ROA (radiograma) que la Compañía del Teniente Primero Esteban seguiría combatiendo.
García: […] Es mí intención decirle que dentro de sus posibilidades impulse al máximo posible los medios que disponga hacia el Oeste, aunque siga caminando. Desde el punto de vista político es muy importante limitar la penetración de esa cabeza de playa.
Informe del brigadier Miret sobre supuestos logros argentinos en San Carlos
En Nueva York, el domingo 23, el brigadier José Miret le dio a un periodista un papel escrito por él con las últimas noticias que había recibido de Buenos Aires. En pocas palabras, hablaba de “4 fragatas británicas hundidas; 2 averiadas; buques menores con serias averías; 4 aviones Sea Harrier derribados; 5 helicópteros derribados; Fuerza Aérea ayer atacó cabecera de playa”. La información era tan solo un muestrario de hechos (logros) que no sucedieron y de una magnitud desconocida.
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