El Corte Inglés cerró el año de la pandemia con unas pérdidas inéditas de 2.945 millones de euros, incluyendo provisiones y deterioros de 2.500 millones. Su ejercicio fiscal (que va de marzo a febrero) se vio muy impactado por el confinamiento y los cierres de sus establecimientos durante la Gran Reclusión, y también posteriormente por las restricciones a la actividad comercial y la movilidad, así como por los cierres perimetrales. Se trata del primer resultado negativo de la historia de la compañía, del que dos tercios se deben al saneamiento del valor contable que se le daba a ciertos activos, especialmente algunos centros comerciales. Además, la deuda del grupo ha crecido en 560 millones y se sitúa en 3.811 millones de euros.
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Estos números rojos tan voluminosos se deben, en gran medida, a las provisiones y deterioros anotados sobre algunos de sus activos: el impacto de estos cambios es de 2.500 millones, según explica la cadena de centros comerciales. Sin estos efectos extraordinarios, las pérdidas netas serían de 445 millones de euros —en 2019 tuvo 310 millones de beneficios—. “Este resultado obedece principalmente al cese de gran parte de su actividad durante el confinamiento y los posteriores cierres sucedidos en las comunidades autónomas, así como a la ausencia total de turismo, tanto nacional como internacional”, recoge la compañía en un comunicado. Aunque en términos contables tiene mayor peso la reevaluación de los activos inmobiliarios que la marcha del negocio. “Las oficinas o algunos centros comerciales no valen lo mismo que hace años”, explican fuentes de El Corte Inglés.
Sobre las provisiones de 2.500 millones, la firma explica que esa es la cantidad total destinada a cubrir deterioros de inmovilizado, existencias y créditos fiscales. “La mayor parte de estas provisiones derivan de una actualización de activos como consecuencia de la transformación hacia un modelo de negocio más digital”, incide. Por partidas, 1.760 millones se corresponden a la pérdida de valor anotado de los activos inmobiliarios, 330 millones al deterioro de existencias, 150 millones destinados al plan de bajas voluntarias, 125 millones para saneamientos de activos fiscales y otros 135 millones por litigios o riesgos crediticios.
Así, el saneamiento de los activos inmobiliarios del grupo ha supuesto un severo varapalo en el ejercicio 2020 que se une a las pérdidas provocadas por la crisis del coronavirus. Para paliar este retroceso, la firma se ha marcado una estrategia de digitalización e incluso ya se ha comenzado con la transformación de parte de sus espacios en outlets, almacenes, dark stores o alquilándolos a terceros para darles un nuevo uso y que no supongan una losa contable.
En cuanto a la facturación, las ventas del grupo ascienden a 10.432 millones, un 31,6% menos que el ejercicio anterior. Por segmentos, sufrió en gran medida el negocio comercial (-19%), y la división de viajes. En este caso, la agencia de El Corte Inglés perdió casi un 90% de su facturación. “En otras áreas de actividad, hay que destacar la fortaleza del modelo de negocio y la gestión de El Corte Inglés Seguros, lo que ha permitido mantener su volumen de ventas en un año tan complicado como 2020″, afirma la compañía en la nota, en la que resalta el cierre con un Ebitda (resultado bruto de explotación) positivo del grupo de 141,73 millones —un 88% por debajo del año anterior—. “Es importante que con los cierres de centros comerciales, restricciones y sin turismo hayamos conseguido acabar con Ebitda positivo. Además se han sentado las bases de la estrategia de futuro de la compañía”, sostienen fuentes del grupo.
Dentro de esa estrategia de futuro se enmarca el esfuerzo por digitalizar el negocio y mejorar en la parte logística, principalmente. Esto, unido con el zarpazo de la pandemia, ha llevado a El Corte Inglés a realizar el primer expediente de regulación de empleo (ERE) de su historia que ha afectado a unos 3.300 empleados, un proceso en el que la adhesión voluntaria superó los 4.000 trabajadores.
Crecimiento de la venta por internet
La falta de turismo ha sido uno de los grandes desafíos para la compañía durante un ejercicio marcado por la pandemia. Según fuentes del grupo, entre un 10% y un 15% de las ventas de retail dependen de los viajeros nacionales e internacionales. Aunque como es evidente uno de los principales zarpazos deriva de los cierres obligados de sus establecimientos durante el confinamiento severo, así como las restricciones que se mantuvieron después a la actividad comercial.
También como nota positiva está el crecimiento de la venta por internet, algo lógico, ya que durante meses fue la única vía de compra para los consumidores. En concreto el comercio electrónico creció un 132% y representa el 17,3% de las ventas de retail del grupo —en 2019 solo representaba un 5,8%—. Además, la compañía avanza que durante el primer trimestre del ejercicio 2021 ya está en niveles de venta en moda similares a 2019. Algo que no ocurre a nivel general y hay divisiones muy damnificadas como la de viaje.
Por la parte de la liquidez, El Corte Inglés cerró el ejercicio con 3.549 millones, la más alta de su historia (en 2019 alcanzó los 2.108 millones), según la empresa. En esta cantidad se incluyen los 1.546 millones en créditos no dispuestos (acordó un préstamo con aval del ICO de 1.300 millones), 1.075 millones de su línea de emisión de pagarés del Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) y 928 millones en tesorería.
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