martes, 13 de abril de 2021

Si me certifico en inglés, ¿tengo una mejor oportunidad laboral? – Educación Futura - Educación Futura - Ingles

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Rosalía Nalleli Pérez Estrada

Las certificaciones en el idioma inglés evidencian el nivel de competencia comunicativa para trabajar, viajar, concursar por una plaza o conseguir una beca de estudio en el extranjero, pero, con tantos tipos de certificaciones, a veces es difícil decidir cuál es la mejor. Por tal razón, muchos estudiosos del idioma se confunden con frecuencia al no saber a qué examen aplicar o con qué empresa.  Para tener una referencia, (en aprendizaje y enseñanza) se pueden mencionar los siguientes: TOEFL, TOEIC, APTIS, PET, KET, FIRST CERTIFICATE, CAE, PROFICIENCY, OXFORD, CENNI, TKT, ICELT, CELTA, DELTA o   CONOCER en México, con estándares que miden competencias en el idioma inglés para aspectos laborales.  Cuando se ve este listado, -que no es todo-, son muchas las preguntas que surgen al tomar la decisión, por ejemplo, qué nivel miden, cual es más rápida, qué tipo de conocimiento se requiere, cuál va a ayudar a conseguir un trabajo, etc., sin embargo, lo más importante es saber primero, para qué  desea certificarse alguien o en qué empleará su certificación, quién le pide la certificación y para qué la piden, para no confundirse más. 

Otros aspectos que puedes ser determinantes en la elección son la durabilidad, el costo, la modalidad o cuanto tardan en entregar los resultados, así como el nivel: ¿A1, A2, B1, B2, C1, C2? ¿BANDA 10? ¿BANDA 12?  ¿C1 Con 77 puntos?¿ C1 con 78, 79 u 80 puntos? Y también es importante saber qué empresa se escogerá, para tener la certificación apropiada y no contratar sólo porque está de moda. 

Por otro lado, durante el cuestionamiento,  puede que también se pregunten qué requerimientos piden, y quizás, si se escoge una certificación extranjera, puede que surjan preguntas nacionalistas como, ¿Dónde se queda todo  el dinero que pago? Si dicen que el examen es de una universidad extranjera, ¿Se va mi dinero a otro país o se queda en México? ¿Qué tipo de examen me ayuda, pero a la vez ayuda a mi propio país a tener más revolvente? ¿Tengo el dinero suficiente como para estar mandándolo a otro país? ¿Qué tanto me va a ayudar una certificación extranjera, si lo que necesito es trabajar en mi propio país y no pienso trabajar en el extranjero jamás? Y bueno, perdido entre tanta pregunta, a veces también surgen algunas que son inquisitorias, como si la gente que exige un certificado habla bien el idioma o por lo menos lo comprende, porque la experiencia nos ha mostrado que a veces, las personas que más exigen del área, son las que menos saben.

 Además de lo anterior, sería conveniente ver quiénes exigen la certificación y si darán seriedad al empleo, sobre todo si se trabaja para una empresa grande o para el gobierno;  para que no le suceda al prospecto lo que actualmente pasa a los docentes de PRONI, que sus sueños por conseguir una plaza los han hecho aceptar todas las situaciones que se les presentan, hasta llegar a una lucha constante con manifestaciones y marchas por sus derechos laborales y  por el respeto a su trabajo para recibir, por lo menos de manera puntual, un salario; poniéndolos en momentos de vulnerabilidad por la escasa contratación, por la poca seguridad de su trabajo o por la falta de respeto a su formación profesional y a sus propios sueños.

 Aún peor, hasta este momento no se sabe exactamente si el nivel del idioma o el tipo de certificación haga que el docente de inglés sea mejor pagado y que en el país tenga mejores oportunidades o reciba mayores prestaciones. En el país hay infinidad de docentes con  nivel C1, que no se han beneficiado con plazas laborales y también hay docentes de inglés, con buenos sueldos y con buenas plazas que no saben conjugar ni el verbo to be, ni entablar una comunicación básica en el idioma y no pasa nada.

Lo que es indudable es que las certificaciones sí son necesarias, pero es importante saber qué competencia comunicativa mide cada una y, aunque dejen de lado las competencias blandas y parezca que ya están fuera de contexto al encontrarnos ya en un momento educativo, que exige que el alumno demuestre sus conocimientos por competencias y por proyectos, con un pensamiento complejo. Por tal razón, hace falta  de manera urgente una política pública educativa que regule el aprendizaje y la enseñanza del idioma inglés en nuestro país, para llegar algún día a un bilingüismo completo, y para dejar de ocupar el lugar número 64 entre 100 países, como se reportaba en el año 2019, por EF EPI, así como también se requiere dejar de culpar al docente de educación pública porque los alumnos no hablan el idioma o no se certifican y en cambio, echar a andar una ley bien planeada  que logre una cobertura total desde todas las áreas, e incluida en todos los procesos educativos, para que el aprendizaje de un idioma sea real y efectivo.

Todo lo anterior  devela la importancia  de fortalecer el aprendizaje y la enseñanza del idioma inglés y mostrar sus resultados por medio de un documento que certifique el nivel, pero también trae a la luz la exigencia extendida para otros tipos de certificaciones en otras áreas de la educación pública, tales como  la enseñanza, en las matemáticas, en las finanzas, para la química,  el cálculo, el periodismo, la escritura, la política, la abogacía, la administración, la contabilidad, la medicina, en el desarrollo humano, etc., de modo que  la exigencia sea pareja  para todas las profesiones y que el titulo no sea suficiente, sino que vaya siempre acompañado por una certificación de cada área. Quizás con esto, se dejaría de   ver al docente de inglés con la paja en el ojo y se dejaría de criticar que su alumno no egresa bilingüe, para empezar a descubrir que tampoco egresa siendo un matemático, ni un filósofo, ni un científico, ni como Green Belt o Black Belt, de una ingeniería, o certificado en AMIB, de las finanzas, en la investigación, etc. Así, se evitaría también que se juzgue, de manera ligera, la competencia comunicativa del idioma inglés, para empezar a ocuparse por otro tipo de áreas también.

Finalmente se puede decir que, a pesar de que en el 2016 se reportaban casi 50,000 docentes de inglés en el país, y que probablemente para estas fechas ese número se haya duplicado, aún hace falta identificar los porcentajes reales de las certificaciones que ellos tienen y su trabajo se convierte en una gran  área de oportunidad para las políticas públicas del gobierno y para que las autoridades reconozcan y apoyen el trabajo de los docentes,  pero que a la vez  volteen a ver otras áreas empiecen a demandarles resultados más palpables, para que la exigencia profesional sea pareja. 

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*Rosalía Nalleli Pérez-Estrada. Lingüista. Maestra en competencias docentes y con estudios de doctorado en Socioformación y en Ciencias de la Educación. Con más de 27 años de experiencia en la docencia en la enseñanza de idiomas y en educación, ha sido directora y docente en Educación superior pública y privada; escritora e Investigadora invitada por CIFE y fundadora de la Sociedad Anónima Madison School Come to Be the Best, desde 1999

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