Que los ingleses viajan, es bien sabido. Ya hace siglos viajaban para trabajar: colonizar países. Desde hace años son los reyes del turismo. Y no hay un rincón del planeta en el que no viva un expatriado inglés, lo mismo enseñando su idioma que trabajando en las finanzas, poniendo copas o lo que sea. Sin embargo, son contados los futbolistas o los entrenadores ingleses que se han ido a trabajar a equipos de fuera. El caso más interesante es el de Roy Hodgson, el actual entrenador del Crystal Palace londinense.
Hodgson, que en agosto cumplirá 74 años, tuvo una carrera corta e intrascendente como jugador, y una carrera larga y peculiar como entrenador. Peculiar porque ha entrenado a 20 equipos en ocho países distintos: Suecia, Inglaterra, Suiza, Italia, Dinamarca, Emiratos, Noruega y Finlandia. Tanta estadía en el extranjero le ha convertido en un auténtico políglota: además de su inglés nativo, habla sueco, alemán, italiano y francés. Otra excepción en un país en el que muy pocos hablan idiomas porque han conseguido que el mundo entero hable el suyo.
Roy Hodgson es de estancias cortas, si no cortísimas, con unas pocas excepciones. Lo cual quizás explica su más bien mermado palmarés. Ha entrenado sobre todo a equipos menores, pero ha estado también en el Inter (1995-97) y el Liverpool (2010-11), y dirigió a Inglaterra entre 2012 y 2016. También ha guiado a Suiza (1992-95), Emiratos (2002-04) y Finlandia (2006-07). En la Eurocopa de 2012, la selección inglesa fue eliminada en cuartos por Italia, en el Mundial de 2014 no pasó la fase de grupos por primera vez desde 1958 y en 2016 sufrió una humillación histórica al caer en dieciseisavos ante Islandia, lo que acabó con su carrera como seleccionador.
Hodgson había vuelto de su largo periplo exterior en 2007 y desde entonces ha entrenado sucesivamente al Fulham, Liverpool, West Bromwich Albion, la mencionada Inglaterra y, desde 2017, al Palace. Eso refuerza aún más su categoría de entrenador excepcional porque, si es raro encontrar a un inglés entrenando fuera, es casi aún más raro encontrar a un inglés entrenando en la Premier. Ahora mismo, sin embargo, hay una cifra más que aceptable: ocho. Al acabar la temporada 2015-16, solo había tres entrenadores ingleses. Y la llegada al oficio de varias figuras recientes del fútbol inglés, como John Terry (que es asistente en el Aston Villa), Wayne Rooney (entrena al Derby County, en Segunda), Steven Gerrard (acaba de hacer al Rangers campeón escocés, una década después) o Frank Lampard, hace pensar que se intensificará esa tendencia.
Sin embargo, los hechos no acaban de ir en esa dirección. Lampard fue despedido del Chelsea en Navidad tras solo 18 meses al frente del equipo y a pesar de su estrecha relación con el propietario del club, Roman Abramovich. El magnate ruso siempre se ha decantado por entrenadores extranjeros y famosos, una lista en la que figuran, entre otros, desde Mourinho a Scolari, Hiddink, Ancelotti, Benítez, Conte, Sarri y, ahora, Tuchel. Las cosas no son muy distintas en los otros grandes de la Premier, con Guardiola en el City, Klopp en el Liverpool, Solskjaer en el United, Mourinho en los Spurs, Arteta en el Arsenal...
El problema es que los ocho entrenadores ingleses de la Premier (hay también un escocés y un norirlandés) están en equipos venidos a menos, modestos o muy modestos. Solo uno (Dean Smith, con el Aston Villa) está ahora mismo entre los 10 primeros puestos de la tabla; el Palace está algo más abajo y, los otros seis, en los seis últimos puestos.
La realidad es que ningún inglés ha ganado nunca la Premier (¡Alex Ferguson es escocés!) y que de los últimos 75 grandes trofeos nacionales, solo dos han sido ganados por ingleses: la Copa de la Liga de 2004 (Steve McClaren con el Middlesbrough) y la Copa de 2008 (Harry Rednapp con el Portsmouth). Pero claro, si nunca entrenan a un grande, poco pueden ganar…
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